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Una vez màs, un rosado en pleno invierno. Es que como comentaba en una nota de cata hace poco, este estilo de vinos tienen una gran versatilidad de momentos, maridajes, estaciones, etcètera. Dentro de la gran gama de vinos rosados uruguayos, hoy comparto la nota de cata de uno de los màs destacados año tras año.

Se trata de un blend compuesto por un cuarto de Tannat proveniente de los viñedos de Carrau en Cerro Chapeau, en el departamento de Rivera, y el resto por uvas del viñedo de Las Violetas, en Canelones. Su nombre proviene de la forma en la que se obtiene el jugo, una vez que la bodega recibe las uvas, las mismas se muelen suavemente y se depositan en tanques refrigerados donde se recoge el primer jugo drenado a travès de los orujos. Este proceso se conoce en Francia como Saignèe (Sangrado). Carrau se caracteriza por el uso de levaduras nativas seleccionadas en sus diferentes vinos, lo que les confiere una personalidad propia a cada uno.

Yendo al vino propiamente dicho, se presenta con un color rosa intenso, con ribetes rubì claro. Es ligero en el transitar por la copa y forma pequeñas làgrimas o piernas que bajan a un ritmo intermedio.

En nariz es sumamente fresco y limpio, con aromas a frutas rojas como frutillas y cerezas, junto a ciruelas, todas ellas frescas. Tambièn podemos hallar flores, particularmente una violeta de fondo, junto a un leve dejo especiado.

En boca es seco e invade ràpidamente la boca con sabores a frutos rojos frescos y un pequeño tenor terroso. La acidez es muy buena e invita a seguir tomando sorbo tras sorbo. El final es medio y el retrogusto repite las frutas rojas frescas junto a un sutil especiado dulce.

Puede tomarse solo o acompañar de maravillas una tortilla de zanahorias con choclo, morròn, pastrami y una pizca de picante.

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