En este dìa particular, aniversario de la Jura de nuestra Constituciòn, comparto con ustedes la nota de cata de un vino muy especial. El fin de semana estuve por Durazno, en el centro del paìs, y encontrè en un pequeño supermercado esta botella de un vino emblemàtico de Los Cerros de San Juan, la bodega màs antigua de nuestro paìs.
Hace unas semanas publicaba la nota de cata del Cuna de Piedra Chardonnay 2015, la última añada que encontramos en el mercado, si quieren verla pueden hacer click aquì, pero ahora concentrèmonos en esta etiqueta con nueve años encima, de los cuales pasò uno en barrica y uno màs en la cava de la bodega antes de salir al mercado.
En la copa se presentò de un color oro con ribetes levemente verdosos. Al moverlo prometìa gran estructura al quedarse varios segundos prendido a las paredes de la copa antes de comenzar a caer lentamente.
Antes de pasar a la nariz aclaro que lo trasvasè a un decanter algo màs de media hora antes de servirlo. Desplegò un abanico notable de aromas con la manteca como protagonista, pero presentando tambièn duraznos y ananà en mermelada, peras, limòn confitado, madera, vainilla y un fondo de flores. Al rato aparecìan también toques de pan y levadura, junto con una serie de frutos secos que se hacìa màs clara a cada momento. Esperaba realmente encontrarme con aromas bastante ajerezados, pero apenas un destello de fondo parecìa querer asomarse.
En boca es potente, untuoso, con un profundo sabor a mermelada de duraznos y manteca. Con muy buena acidez aùn y un final prolongado con retrogusto tostado y a frutos secos con un leve recuerdo tropical. Acompañò de maravillas una torta gallega muy condimentada.
No es un vino fàcil de conseguir, pero si lo ven, no lo duden, còmprenlo y vean què sucede con la guarda en los vinos de nuestro paìs. No sòlo los tintos con varios años encima se vuelven màs complejos, los blancos que tienen madera bien trabajada y tuvieron la suerte de mantenerse en el tiempo, pueden darnos muy gratas recompensas.