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Hace no mucho les contaba sobre el Médoc y sus apelaciones en Bordeaux. Ahora toca viajar un poco hacia el este para llegar a Saint-Émilion. Allí encontraremos seis apelaciones de origen: Saint-Émilion, Saint-Émilion Grand Cru y cuatro «satélites» que la rodean: Saint-Georges-Saint-Émilion, Lussac-Saint-Émilion, Montagne-Saint-Émilion y Puisseguin-Saint-Émilion.

Saint-Émilion refiere a varias cosas. Por un lado, es el ermitaño que mandó tallar en la roca la iglesia del lugar, patrimonio histórico de la humanidad, de la cual les dejo dos fotos. También refiere, por supuesto, al pueblo y además a la región vitivinícola, que es, por supuesto, lo que más nos interesa hoy.

Esta región tiene regulaciones desde hace más de 800 años. En 1199, el rey John de Inglaterra definió sus límites territoriales y fundó un consejo llamado el Jurado, que al día de hoy sigue promoviendo los vinos de la región. .

La variedad de suelos y exposición en las 5.400 hectáreas de extensión de la apelación es enorme. Hablamos de cuatro tipos diferentes de suelo con otros cuatro subsuelos. A eso hay que sumarle la variación en elevación (entre 10 y 90 metros) y la exposición, por lo que es difícil hablar de un estilo único de Saint-Émilion. Si tengo que dar una característica, es que suelen ser más ligeros que el resto de los vinos de la región; por eso se los conoce como los “Bourgognes de Bordeaux”.

Merlot es la uva más utilizada, seguida por Cabernet Franc y, lejos, Cabernet Sauvignon.

Saint-Émilion AOC y Saint-Émilion Grand Cru AOC comparten exactamente la misma área de producción, pero difieren en los estándares requeridos. Los bodegueros que quieran etiquetar sus vinos como Grand Cru deben tener rendimientos más bajos y un contenido mínimo de alcohol más alto que aquellos que decidan mantener en su etiqueta solamente el nombre Saint-Émilion. Además, para ser considerado Saint-Émilion Grand Cru, el vino debe ser embotellado en el château y pasar por dos degustaciones: una antes y otra después del año obligatorio de guarda.

Los cuatro satélites de Saint-Émilion están hacia el norte y noreste de Saint-Émilion. Cada uno de ellos tiene características diferentes de suelo, pendiente y exposición, por lo que nuevamente encontramos un abanico de estilos bastante amplio.

Lussac-Saint-Émilion vio llegar a sus tierras a los romanos y plantar las primeras viñas. Cuenta la historia que el primer romano que produjo vino en la zona se llamaba Luccius (o Lucanius o Lucciacus, según el historiador). Lo que es unánime es que el nombre proviene de él. Poco más de 1.400 hectáreas y hogar de pequeños productores, ya que la enorme mayoría de las bodegas no llegan a tener más de 10 hectáreas de viña.

Montagne-Saint-Émilion abraza a Saint-Émilion desde el norte y este. Aquí vivió el cónsul romano Ausonius (¿les suena? En un rato volvemos a él). Aquí la producción es casi familiar, ya que en sus 1.500 hectáreas encontramos varios productores que apenas tienen 5 o 6.

Saint-Georges-Saint-Émilion es, de todos los satélites, el más homogéneo en cuanto a suelos y exposición. Es el más pequeño de los satélites, con tan solo 170 hectáreas. Puisseguin-Saint-Émilion es la más “nueva” de las apelaciones, ya que recién en el siglo XVIII se plantó viña. Son 750 hectáreas donde el Merlot es dominante, seguido por los dos Cabernets.

Bien saben que muchas de las zonas vitícolas de Bordeaux tienen diferentes sistemas de clasificación, siendo la famosa clasificación de 1855 la más conocida. Saint-Émilion también tiene su ranking, pero funciona bastante diferente.

Como dije anteriormente, Saint-Émilion Grand Cru AOC ocupa la misma superficie que Saint-Émilion, pero tiene otros estándares de calidad. También podemos encontrar Saint-Émilion Grand Cru Classé, que no es una apelación, sino una denominación de estatus. Dentro del Grand Cru AOC, aquellos vinos que estén dentro de la clasificación de Saint-Émilion tienen el derecho de agregar la palabra “Classé”.

Para estar dentro del club “Classé”, hay que cumplir varias condiciones, como por ejemplo tener más de diez años consecutivos produciendo vinos, y durante siete de ellos, tienen que estar dentro de la apelación Saint-Émilion Grand Cru (menos producción, más alcohol y dos degustaciones obligatorias). Una vez que la bodega entra en el círculo de los Grand Cru Classé, no puede hacer cambios en el viñedo durante 10 años, salvo que posea un permiso especial de los organismos competentes.

En 1955 fue la primera clasificación, con la intención de revisarla cada diez años. Se separan en dos grandes grupos: Saint-Émilion Premier Grand Cru Classé (A y B) y Saint-Émilion Grand Cru Classé. Tres años después de la clasificación se hicieron enmiendas, y una década más tarde fue la primera revisión. Para la tercera, no fue en 1979 como podemos imaginar, sino en 1984, entrando en vigencia en 1986. ¿Por qué? Porque Francia. Luego, 1996 y posteriormente 2006, pero como nada es sencillo en Bordeaux, dos años después fue anulada. Pero, como nada es sencillo en Bordeaux, en 2009 fue reinstaurada. Sí, esto es Francia, lectores.

En 2012 fue la penúltima, que puso a Angélus, Ausone (¿se acuerdan de Ausonius que hablamos hace un rato?), Cheval Blanc y Pavie como Premiers Grands Crus Classés A, es decir, lo mejor de lo mejor.

Ahora viene lo lindo. En 2022 fue la última y vigente clasificación, donde Château Pavie se mantiene en la crema de la crema y lo acompaña Château Figeac, que antes era Grand Cru Classé B. Ahora bien, tanto Angélus, Ausone como Cheval Blanc no están citados siquiera en la clasificación B.

Cheval Blanc y Ausone decidieron abandonar la clasificación, quedando como Grand Cru. La razón fue la disconformidad con los requisitos para estar en la cima. Al parecer, había demandas que nada tenían que ver con el vino, como la infraestructura turística, presencia en redes, relaciones públicas, dejando al vino y el terroir con apenas un 15% de importancia a la hora de ser calificado.

La historia con Angélus es diferente, ya que el problema no estaba en el sistema de clasificación, sino en algo más. En noviembre de 2021, su copropietario fue condenado con una multa de 60.000 euros por “toma ilegal de interés”. Actuó como juez y parte al ser miembro del comité clasificatorio. La familia consideró esta sentencia injusta y decidió retirarse del sistema de clasificación.

Como todo sistema de clasificación, es respetable y relativo al mismo tiempo. Ningún vino que no tenga la calidad suficiente va a formar parte, pero tener en cuenta la presencia en redes para una clasificación parece raro. La comunicación es importantísima, por supuesto (no puedo vender lo que la gente no conoce), pero no hace al vino.

En resumen, si no conocen los vinos de Saint-Émilion, deben probarlos. Son los vinos perfectos para entrar en el mundo Bordeaux. La relación calidad-precio es mejor que en Médoc e incluso los Grands-Crus tienen precios que al menos no sobrepasan los 700 euros.

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